Por segundo año consecutivo, la organización del Costa Rica Fashion Week invitó al Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), Costa Rica, para enviar un mensaje contundente y sensibilizador sobre las violencias contra las mujeres desde sus pasarelas. El año pasado, la pasarela Bodyright mostró a mujeres de la diversidad haciendo un llamado al respeto de los cuerpos de las mujeres en el mundo digital. Este año, el objetivo central fue movilizar a la sociedad para llevar un mensaje de ¡Basta Ya a los femicidios!

En lo que llevamos del 2024, en Costa Rica, 29 mujeres han sido asesinadas de forma violenta, 11 de ellas víctimas de femicidio y 18 casos aún se encuentran bajo investigación, según datos del Observatorio de Violencia de Género contra las Mujeres y Acceso a la Justicia del Poder Judicial. Esto significa que aproximadamente cinco mujeres han sido asesinadas al mes en nuestro país. Esta es una tendencia que, de no actuar podría llevar a la cifra más alta en los últimos 12 años.


“Costa Rica, como muchos países de América Latina, está enfrentando una pandemia de femicidios, de violencia dirigida hacia las mujeres, por el simple hecho de ser mujeres. Este año, en un auditorio lleno, pudimos sumarnos en favor del llamado de las autoridades al “¡Basta Ya a los femicidios!”. Esto se hizo utilizando las artes pero, particularmente, el poder de la sororidad, manifestado por mujeres diversas que, con su mirada, con sus voces, con los textos que llevaban en las túnicas, pudieron mover las fibras del público, como primer paso para cambiar normas sociales y de género que perpetúan la violencia machista”, manifestó Juan Luis Bermúdez, Jefe de UNFPA Costa Rica.


Karina Díaz, directora del Costa Rica Fashion Week, agradeció la participación de UNFPA por segundo año consecutivo. “El año pasado fue una campaña súper exitosa y a raíz de eso dije: tenemos que repetirlo.


Creo que este año hemos tenido mucha sangre en mujeres y para mí era importante, como proyecto y plataforma de moda, promover este tipo de mensajes a la ciudadanía, las mujeres nos tenemos que unir también y a través de esta pasarela nos hemos unido”.


Sobre el escenario…

Abriendo el segundo día de pasarelas, el sábado 24 de agosto, el público fue captado por un video con estadísticas crudas sobre los femicidios en la región y en Costa Rica. A esto siguió la entrada de mujeres luciendo túnicas blancas en contra de las violencias, lideradas por la actriz y periodista Fedra Rodríguez, y al son de la música de la violonchelista Ileana Rivera. En el centro de la pasarela, Rivera interpretó una canción original suya llamada Despedida, basada en la historia de una mamá que se despide de su hija por un femicidio.

Lo que hicimos fue tomar los textos, la cifra dura, convertirla en poesía, ponerle la música de chelo y decirles a las chicas: déjense llevar. Y se dejaron llevar por los mensajes y la gente enganchó en la emoción, se conmovió, se escalofrió. Nos conectamos con el propósito: todas somos diversas pero todas padecemos del mismo mal: nos asesinan por docenas, las cifras son horribles, ninguna quiere enterrar ni a su madre, ni a su amiga, ni ser enterrada, ni ser violentada”, expresó Fedra quién fue la encargada de declamar el poema mientras el resto de las mujeres interactuaba con el público.


El escenario fue tomado por mujeres con discapacidad, indígenas, afrodescendientes, LGBTIQ+, adolescentes, adultas mayores, trabajadoras sexuales, que se unieron, también, en homenaje “a las que ya no están”. También, por segundo año estuvo, Elton Irlijani, modelo no binario considerado un ícono en el mundo de la moda, original de Albania y radicado en Nueva York, aliado en este tipo de campañas.


“Para mí es un honor estar acá (desfilando) con otra frase: Soy trabajadora sexual y eso no me quita el derecho sobre mi cuerpo. Es una oportunidad para visibilizarnos como mujeres trabajadoras sexuales, con
todos los derechos que tenemos, es una forma de estar, de que nos vea la gente, que sepa que existimos, que estamos organizadas y queremos seguir siendo nosotras y tener el derecho a no ser más discriminadas, el derecho a decidir por nuestros cuerpos sin violencia”, expresó Nubia Ordoñez, presidenta de la Asociación La Sala.


Yorleny Araya, con discapacidad visual y acompañada de su perra guía, opinó que “la sociedad nos vende una imagen específica de belleza, en donde no todas encajamos, el hecho de tener un espacio en algo tan
específico de moda, de belleza, abre una oportunidad a mostrar la diversidad que también es hermosa.


También hay belleza y hay valor ahí, principalmente hay seres humanos, hay personas, todo tipo de mujeres en la gran diversidad que somos”. “No es ningún secreto que en este momento el país se encuentra sumergido en una gran crisis de femicidios, en una pandemia de femicidios, de violencia de género, y por esa razón siento que ahora más que nunca es importante que todas las personas que podamos participar y alzar nuestra voz debemos hacerlo porque hay que luchar por un mundo donde ninguna mujer, ninguna persona tenga que ser violentada, asesinada, en razón de su género o sexo”, expresó Mia Fink, activista joven por los derechos
humanos. Para la cantante afrodescendiente Kumary Sawyers, mezclar el activismo con el arte es una fórmula ideal para que los mensajes lleguen a más públicos. “Ya no más violencia, eso es lo que importa, tenemos que
transformar la manera en que nos tratamos. Esta es una oportunidad de expresarme y compartir algo que realmente siento y que a la gente le va a quedar en la cabeza” expresó emocionada.


“Fue muy emotivo, yo sentí como unas ganas de llorar, porque además es decirle a la sociedad que tenemos una problemática real. La violencia continúa incrementando, los discursos de odio la propician, y muchas personas creen que a esto no hay que darle importancia. Están acabando con nuestras vidas, necesitamos tomar acciones y creo que fue muy bonito representar esa sororidad de mujeres, donde todas exigimos justicia, exigimos que se respeten nuestros cuerpos, que se nos respeten nuestros derechos, que se nos respete sobre todo nuestra vida”, dijo Andrea Morales, indígena bribri de Talamanca, quien además es abogada y criminóloga.