El Ministerio de Seguridad Pública comunicó que a noviembre, 27 personas perdieron la vida en accidentes de carretera en los que se sospecha que quien conducía estaba
bajo los efectos del licor.
Con el objetivo de reducir, en lo posible, las muertes en las vías por esta causa, la Policía de Tránsito reitera la urgente necesidad de no conducir en estado etílico, en momentos en los que la recta final del año se caracteriza por celebraciones cargadas de alcohol.
El mensaje no es solo para quienes conducen sino para esa esposa, ese papá, ese hijo, esa hermana que no deben ser cómplices de que ese ser querido conduzca en estado de
incapacidad por alcohol.
Regañarlo, persuadirlo, invitarlo a quedarse en la casa a dormir y, en casos extremos, llamar a la policía, entendiendo que es mejor una noche en prisión que muerto, es parte del mensaje de las autoridades de la Policía de Tránsito.
Incluso, esa amiga, ese esposo, ese tío, ante la insistencia de esta persona alcoholizada en querer conducir, deben pensar en ellos mismos y, en todo caso, bajarse del vehículo, no viajar con esta persona.
Mientras muchos disfrutan, el cuerpo policial estará en carretera vigilando, y acá es donde los ciudadanos deben ver a las autoridades como aliados para evitar muertes en carretera, y no informar a otros sobre su presencia en carretera. Cuando se logra sacar a un conductor ebrio de las carreteras, potencialmente se les salva su vida, la de quienes
irresponsablemente le acompañan y la de inocentes, como otros conductores, ciclistas o peatones.
Con corte a noviembre, 1.927 conductores fueron remitidos a la Fiscalía por el presunto delito de conducir bajo los efectos del alcohol, 246 recibieron una multa de ¢368.000 y acumularon 6 puntos en la licencia, lo que les obligará a realizar un curso de reeducación vial, y ganarlo, para poder renovar la licencia.
Finalmente, por el bajo nivel de alcohol encontrado en la prueba de espiración de aire, aunque dieron positivo, 824 conductores pudieron continuar su camino, sin ninguna sanción.