Mi Cantón: Periodista Manuel Alejandro Flores Fernández / Fotografía: Silvia Delgado
Mi Cantón: Periodista Manuel Alejandro Flores Fernández / Fotografía: Silvia Delgado

La tradición del boyeo, una labor que exige paciencia, destreza y un profundo respeto por los bueyes, ha sido transmitida de generación en generación en la familia Sandí. Camila Murillo Sandí, una joven entusiasta del boyeo, ha aprendido desde pequeña los secretos de esta antigua práctica gracias a su tío, José Francisco Sandí Montoya, quien ha sido un referente en la comunidad.

Desde sus primeros recuerdos, Camila ha estado junto a su tío, observando y participando en todas las actividades relacionadas con los bueyes: desde el proceso de amarrarlos, tratarlos en desfiles, hasta las complejas tareas de enyugar y desenyugar. A lo largo de los años, su tío le ha transmitido sus conocimientos y habilidades, inculcándole una profunda conexión con los animales y una gran responsabilidad en el cuidado de los mismos.

 

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"Mi tío me ha enseñado a cómo amarrarlos, a cómo tratarlos en un desfile, a enyugar, desenyugar, a pegar la carreta, a despegarla. Todo lo que sé se lo debo a él", cuenta Camila, con la mirada llena de gratitud. Para ella, su tío ha sido mucho más que un maestro; ha sido un ejemplo de dedicación y amor por esta labor tan tradicional.

José Francisco, quien ha trabajado con bueyes durante toda su vida, ha sido el pilar fundamental para que Camila pudiera seguir sus pasos en el boyeo. "Él ha confiado en mí y me ha mostrado cómo llevar los bueyes al desfile, cómo caminar con ellos, cómo cuidarlos, como si fueran parte de la familia", explica Camila.

 

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El legado familiar de los Sandí sigue vivo, y con él, la esperanza de que las nuevas generaciones continúen con esta tradición. A través de la enseñanza de su tío, Camila ha aprendido no solo las técnicas necesarias para trabajar con los bueyes, sino también los valores de respeto y paciencia que se requieren para ser un buen boyero.

Con el apoyo de su tío, Camila sigue perfeccionando sus habilidades y fortaleciéndose como joven boyera, dispuesta a seguir adelante con el legado familiar que ha sido transmitido de generación en generación. "Mi tío ha sido muy importante para mí, y siempre estaré agradecida por todo lo que me ha enseñado", concluye Camila, reafirmando la admiración y el cariño que siente por su mentor y figura de referencia.

Así, la labor del boyero continúa, con nuevos rostros como el de Camila, dispuestos a honrar las enseñanzas del pueblo Escazuceño. Y mientras tanto, el amor y respeto por los bueyes sigue vivo en el corazón de esta familia, gracias a la dedicación y el legado de José Francisco Sandí Montoya