La corrección de cataratas es una de las intervenciones más frecuentes y seguras en la medicina actual. Más allá de su carácter clínico, representa una oportunidad concreta para mejorar la calidad de vida, recuperar independencia visual y retomar actividades cotidianas con mayor confianza.
Las cataratas se desarrollan de forma progresiva con el paso del tiempo y afectan el lente natural del ojo, lo que provoca que la vista se vuelva borrosa, nublada o menos nítida. Este proceso puede acompañarse de disminución en la agudeza nocturna, sensibilidad a la luz, dificultades para leer, necesidad frecuente de cambiar la graduación de los anteojos, percepción opaca de los colores o incluso visión doble en
uno de los ojos.
El envejecimiento es su causa más común. Esto se debe a cambios normales en el ojo que se producen después de los 40 años aproximadamente. A partir de esa edad, las proteínas del cristalino comienzan a desintegrarse. Esto hace que esta lente natural se vuelva nublada. Las personas mayores de 60 años suelen tener el cristalino algo opaco. Sin embargo, puede que no experimenten problemas de visión hasta años después. Estas son otras razones por las que puede desarrollarse una catarata:
●Determinados problemas médicos, como diabetes.
●Haber tenido una lesión ocular, una cirugía de ojos o tratamientos de radiación en la parte superior del cuerpo.
●El uso de ciertos medicamentos como los corticoesteriodes puede causar una temprana formación de cataratas.
La mayoría de las cataratas por la edad se desarrollan gradualmente. Otras, se pueden desarrollar más rápidamente, como en las personas más jóvenes o con diabetes. Los médicos no pueden pronosticar cuán rápidamente se desarrollará la catarata de una persona.
Ante sus síntomas, la extracción de las cataratas es la única solución para eliminarlas. Según información de Meditek, se trata de una intervención ambulatoria que dura aproximadamente entre 10 y 20 minutos —tiempo que dependerá, entre otros factores, del estado de la catarata— y que no requiere hospitalización. El procedimiento consiste en retirar el lente opacado mediante una incisión mínima y reemplazarlo por uno artificial.
Gracias al uso de anestesia tópica —es decir, aplicada directamente sobre el ojo— o general, según el caso del paciente, el proceso suele ser bien tolerado y la recuperación comienza el mismo día, en cada proceso es generalmente bien tolerado y la recuperación inicia el mismo día, en casa.
Uno o dos días después del tratamiento, se realiza una consulta de seguimiento. Muchas personas experimentan una mejora significativa en su visión en los días posteriores.
A partir de la segunda o tercera semana, una vez estabilizada la capacidad visual, es posible disfrutar nuevamente de actividades como conducir por la noche, leer sin lentes o utilizar dispositivos electrónicos sin necesidad de corrección constante, dependiendo del tipo de lente implantado. Estos implantes son altamente duraderos y, en la mayoría de los casos, funcionan durante toda la vida.
Transcurrido un año, no deberían presentarse cambios relevantes en la vista. Aun así, es importante mantener controles periódicos con el oftalmólogo y consultar en caso de detectar alteraciones visuales.
La recuperación varía en cada paciente, pero en general es rápida. Corregir las cataratas no solo mejora el enfoque visual, sino que devuelve claridad al día a día, permitiendo retomar tareas habituales con mayor seguridad y bienestar.