Un total de 13 piezas arqueológicas de roca y cerámica que formaban parte de una colección privada en el estado de Indiana, Estados Unidos, fueron restituidas a Costa Rica gracias a la labor conjunta del FBI, la Embajada de Estados Unidos y el Museo Nacional de Costa Rica. Se trata de bienes culturales precolombinos de gran valor histórico y científico.
Los objetos restituidos provienen de una gran incautación realizada por el FBI en 2014 en una propiedad rural perteneciente a Don C. Miller. Esta operación es considerada la recuperación individual de bienes culturales más grande en la historia del FBI, con un total de 7.000 artefactos recuperados con documentación suficiente, aunque se estima que la colección superaba los 42.000 objetos, incluyendo más de 500 conjuntos de restos humanos.
Jorge Rodríguez Vives, ministro de Cultura y Juventud, destacó la importancia de este proceso, al afirmar: “La restitución de estas piezas representa un acto de profundo respeto por nuestra memoria histórica y por el patrimonio ancestral que nos define como país. Cada objeto recuperado es un fragmento de nuestra identidad y un recordatorio de la responsabilidad que tenemos de protegerlo. Agradecemos al gobierno de Estados Unidos y al FBI por su colaboración, y reafirmamos nuestro compromiso de seguir luchando contra el tráfico ilícito de bienes culturales.”
El desafío de la investigación
La complejidad del caso radica en que los objetos incautados provenían de regiones muy diversas —América del Norte, Central y del Sur, Asia, el Caribe y el Indo Pacífico—, lugares donde Miller viajó durante décadas. Sin embargo, el coleccionista no mantenía registros claros sobre la procedencia de la mayoría de los bienes, lo que ha dificultado significativamente la identificación de sus propietarios legítimos.
Además, al incluir restos humanos, el FBI debió trabajar estrechamente con tribus nativas americanas, especialistas en arqueología y antropología, y autoridades culturales para garantizar un manejo ético, seguro y culturalmente respetuoso. Para ello, se habilitó una instalación segura y se reclutó un equipo multidisciplinario encargado de evaluar cada pieza y avanzar en los procesos de restitución.
A pesar de este esfuerzo, desde que iniciaron en 2019, solo alrededor del 15% de los objetos han logrado ser devueltos a sus países, tribus o instituciones de origen.
Restitución a Costa Rica
En 2022, la Embajada de Estados Unidos consultó al Departamento de Antropología e Historia del Museo Nacional, cuyos especialistas analizaron la información proporcionada y confirmaron que varias de las piezas pertenecían a Costa Rica.
“La coordinación entre nuestros países para proteger la propiedad cultural interrumpe las redes internacionales ilícitas que, a menudo, se traslapan con otros delitos. La disrupción de estos crímenes hace que Estados Unidos, Costa Rica y nuestra región, en general, sea más segura”, señaló Jennifer Savage, Encargada de Negocios de la Embajada de Estados Unidos.
Por su parte, Grettel Monge, directora del Museo Nacional de Costa Rica, destacó: “La restitución de estos objetos culturales representa un acto de justicia histórica y un reconocimiento al valor patrimonial de Costa Rica. Esto fortalece nuestra misión institucional de salvaguardar la memoria histórica y garantizar que estos bienes permanezcan accesibles para la investigación, la educación y el disfrute de toda la sociedad.”
Un llamado a la protección del patrimonio
Este caso evidencia los graves impactos que genera el comercio ilícito de artefactos culturales en la identidad, espiritualidad, historia y legalidad de los países afectados. Al mismo tiempo, reafirma la importancia de la colaboración internacional para enfrentar este tipo de delitos.
Gracias a la coordinación entre agencias de investigación, instituciones culturales y gobiernos, fue posible avanzar en la restitución de bienes patrimoniales y fortalecer la conciencia sobre la protección del patrimonio cultural ancestral.